domingo, 15 de febrero de 2009

En algún momento de nuestra vida aprendimos a retirarnos del amor para acogernos al miedo. Ya es hora de cambiarlo. No tiene gracia asomar la cabeza por la ventanilla del coche para descubrir que tienes las ruedas metidas en el fango, pero se ha de hacer.

Cerrar los ojos y esperar a que el barro desaparezca sólo funciona durante un tiempo.

Siepre que la fragancia de una rosa nos embelesa hemos de recordar que sus raíces y las semillas de las que ha crecido están muy ancladas en el fango.

Louise L. Hay