domingo, 21 de marzo de 2010

Vino primero, pura,
Vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido! ...
Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,y apareció desnuda toda...
¡Oh pasión de mi vida,
poesía desnuda, mía para siempre!
Juan Ramón Jiménez