viernes, 6 de agosto de 2010

Amor

Mujer, yo hubiera sido tu hijo,
por beberte la leche de los senos
como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado
y tenerte en la risa de oro
y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas
como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos
de polvo y cal,
porque tu ser pasara
sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa
-limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte,
mujer, cómo sabría amarte,
amarte como nadie supo jamás!
Morir
y todavía amarte más.
Y todavía amarte
más y más.
Pablo Neruda //